Wednesday, July 19, 2006

La cita, primera parte (o por qué se debe pensar con una sola cabeza)

Héctor salió del baño silbando alegremente. Su madre lo vio pasar por el pasillo y levantó una ceja en suspicacia. Cará con estos muchachos, pensó. Dos meses que está soltero y ya se está entusiasmando. Sonrió y siguió viendo televisión.

Mientras tanto, Héctor procedió a vestirse. En efecto, estaba entusiasmado, pero no era por las razones que su madre pensaba. Sí, estaba por salir con una muchacha a la que le tenía el ojo puesto desde hace rato. Sí, le agradaba saber que podía salir sin pensar en Liliana, sin que le remordiera la conciencia. Pero de ahí a que estaba entusiasmada con Erika, como para algo más que aquello... Héctor lo que pretendía era mostrarle una buena noche a Erika. De ser posible, que fuera para él más que para ella.

La verdad era que la relación con Liliana lo había terminado por agotar emocionalmente. Casi un año de semi fidelidad, padres, cariños y todo eso, agotan a un hombre. En el último mes, ya se había convencido de que ya no quería a Liliana. O por lo menos, ya no quería estar con ella. Así que comenzó a distanciarse. Fingió no ver los ojitos tristones de Liliana cuando le decía que no podía salir. Se hacía de oídos sordos ante las indirectas que le lanzaba cuando hablaban. Finalmente, cuando salió una noche y le presentaron a Marjorie, decidió que lo más decente era terminar con ella. Una vez más, fingió que no le dolieron las lágrimas que Liliana botó ese día.

Así que salió con Marjorie una vez. Química casi instantánea, pero la chama le metió un freno tal que todavía se ven las marcas de cauchos sobre sus partes privadas. Me gustas burda, Hectorcito, le dijo, pero yo jamás he besado en una primera cita. Mucho menos acostarme. Así que... si quieres, te aguantas.

Ño 'e la madre...

Algo le decía a Héctor que lo más lógico sería esperar. Pero, ¿quién dijo que un pene era lógico? Agarró con calma la situación, y decidió que no la pujaría. Pasó cierto tiempo sin escribirle a Marjorie, hasta que Erika se le atravesó. La conoció un día en la playa con unos panas, y por lo visto, si Erika no era de las que besaba en una primera cita, sí era de las que se podía convencer.

Mientras se ponía la camisa, Héctor se recordaba de cómo había logrado hablarle a Erika, y se dio un golpecito a sí mismo en el hombro. Había ido directo, aprovechado un momentico que el tipo con el que andaba se desapareciera, y llegó directo a decirle que cómo era que alguien que se veía así en traje de baño andaba con uno que no fuera él. Sabía que ni Marjorie ni Liliana hubieran caído con esa. Y cuando la niña le dijo que bueno, que era su mejor amigo, FIESTA. A la media hora, los dos estaban sentados hablando paja, y a la hora ya le había sacado el teléfono. Cuando se regresó con los panas, él se ganó la última cerveza. Regla de los panas.

El celular le sonó, indicando mensaje. Héctor se sonrió, y los dientes blancos perfectos brillaron sobre la oscura tez. Lo agarró y leyó. Hola lindo. Ya estoy lista. Avísame cuando estés saliendo. :-) Sí, era Erika. Estaba que se moría por verlo. Hasta mal se sentía. Pero bueno. Quizá hasta se portara bien. Si ella se dejaba, claro.

En cinco minutos terminó de vestirse, perfumarse y emperifollarse, como decía su vieja. Agarró su chaqueta, cartera, celular, y se despidió de ella. Bajó al carro, y se disponía a avisarle a Erika que ya iba saliendo cuando el aparato sonó otra vez: otro mensaje. Mi madre, pero qué desespero, pensó. Y leyó este mensaje:

Hola, Héctor.

¿Marjorie?

Lo agarró tan de sorpresa que se quedó parado en el pasillo del edificio. Era la primera vez que Marjorie le escribía. Y tuvo un momento de pánico. ¿Le escribía? ¿Se hacía el loco? ¿La llamaba? Coño, ¿QUÉ HACÍA?

Pero bueno, huevonzón, ¿qué te pasa? ¿Eres una geva o qué? Era la voz de Zeus, su mejor amigo. Cuando hacía algo que se podría considerar estúpido, Zeus le daba un lepe y lo hacía entrar en razón, aderezado con un "huevonzón". De modo que esa parte de su conciencia siempre le hablaba con la voz del pana. Aparte, cuando te llamas igual que el rey de los dioses griegos, carajo, haces caso cuando te habla.

Respiró profundo, y antes de montarse en el carro le escribió. Hola, belleza. Tanto tiempo. Y eso? Suponía que lo que quería era hablar paja, así que no le dio mayor importancia. Total, ella que se ubique, y después que lo buscara. Terminó de escribirle a Erika para decirle que ya había salido. Cuando salió del estacionamiento, le llega otro mensaje.

Y frenó en seco. Si hubiera sido de día, cualquiera que estuviera detrás o le volaba el parachoques o mínimo le mentaba la madre. Pero al diablo. Héctor no se lo creyó.

Ah qué no te puedo escribir? ;-) Nada, que todo el mundo está de viaje en mi ksa y yo me tuv que qdar estudiando. Y me acordé de tí. Quieres venir, q alquilé una pelicula?

Fiel a su tradición, Héctor fingió no darse cuenta de cómo las palmas le empezaban a sudar. Lo volvió a leer. Quieres venir? Lo vio una y otra vez. Quieres venir? Quieres venir? Quieres venir? No podía creer lo que estaba leyendo. En su cabeza, Zeus había montado una fiesta. Pero en otra parte de su organismo, el mensaje de Erika — Hola lindo. Ya estoy lista. Avísame cuando estés saliendo. :-) — retumbaba como un tambor en la noche.

Una persona normal y decente habría pedido disculpas, diciendo que iba a salir y que no podía. Una persona normal, decente e inteligente habría dicho que tenía algo que hacer y que iba más tarde. Héctor era muy inteligente, y se podía decir que dentro de los parámetros establecidos por la sociedad era normal. Pero lo compensaba con una enorme cantidad de testosterona. El único problema era su conciencia, repitiéndole el mensaje de Erika, una y otra vez:

HolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindoHolalindo...¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAH!!!!!!!!!!!.

¿Qué iba a hacer? Pero de repente, su faz de angustia se transformó en una sonrisa. Ya se había formulado un plan. Si le salía bien, tendría el chivo de lujo amarrado con un mecate de fibra de oro. Y la voz de Zeus en su cabeza le dijo: Chamo, yu ar goin tu jel. Pero Héctor sentía que su pana destapaba una cerveza en su honor. Ni corto ni perezoso, le escribió a Marjorie: Ah caray! Bueno sí va. Pero tengo algunas cosas que hacer primero. Dame unos minutos y te aviso cuando salga, sí? La respuesta llegó unos minutos después: OK. Te espero. =)

Ahora el plan. Primer paso: llamó a su casa. Cuando su mamá le atendió, le dijo que si alguien llamaba alguien, que tranquila que estaba bien, pero que no dijera para dónde salió.

—Ay muchachito. ¿Qué te estás inventando?

—No vale, mamá, nada. Pero hazme esta segunda, vieja, ¿sí?

—Hmf. Yo no voy a estar mintiéndole a nadie, Héctor Arturo, ¿me oíste?
—No vale, vieja, no que mientas, sino que no des, eh, información pertinente, ¿sabes?
—Hmf. — El eterno sonido de desaprobación de su mamá. —'Ta bien. Pero me haces el favor y no estés inventando, m'ijo. Mira que hay mucho loco en la calle.

—No vale mamá, — el tercero era como el ratificante de que sí estaba tramando algo, pero lo negaría para toda la vida—, yo llego a la misma de siempre.

—Bueno, te me andas con cuidado. Y tranquilo que te alcahueteo de ésta. Pero no se me malacostumbre, ¿oyó?

—Jajajaja, tranquila, mi vieja, yo sé como es todo. Gracias, ¿oíste? ¡Bendición!

—Dios te bendiga, míjo. Cuidado.

Okay, fase uno cubierta: coartada. Ahora segundo paso. Héctor manejó a un sitio cerca de la autopista donde se oyeran los carros. Erika vivía como a quince minutos de su casa, y ya habían pasado cinco. Perfecto. Y esperó. Cuando pasaron dos minutos más, vio pasar el carro de un chamo de su edad que conocía de vista en el edificio de vista y saludo. Pero ni que lo hubiera planificado. Le hizo señas, y le pidió un favor. El chamo se extrañó, pero aceptó. Cuando estaba todo cuadrado, llamó a Erika.

— ¿Aló?— Tono de ligera preocupación.

— ¿Aló Lili?— Gritado, asegurándose de que los carros se oyeran.

— ¿Gordo qué te pasó?

— Coño linda, ¡qué arrechera! ¡Me acaban de chocar!

— ¡QUÉ! Dios mío, ¿estás bien?

— ¡Sí vale, Lili, estoy bien, quédate tranquilita! Pero el cab... bueno el idiota me dio duro, y...


Le hizo señas al vecino, que dijo: "Epa más respeto, ¿sí?”

Le hizo la señal de aprobación con el dedo, y siguió: —Ajá, sí, whatever. Bueno, igual, me tengo que quedar acá para resolver este rollo, así cónchole mi amor, me da mucha rabia, ¡pero lo nuestro se va a tener que retrasar!

— ¡No vale, mi lindo, tranquilo! Ni que lo hubieras hecho a propósito. No vale, resuelve tranquilo lo tuyo y dejamos lo nuestro para después. Pero igual me avisas cuando llegues a tu casa, ¿sí?

Héctor tenía la idea de que cuando llegara a su casa en lo que menos estaría pensando es en avisarle a Erika, pero bueno, tenía que montar el show completo. — ¡Seguro mi linda, no te preocupes! Coye vale, y perdóname, ¿sí? ¿No estás molesta?

— Pero vale, no seas bobito, ¿cómo voy a estar molesta? No vale, recibe un besito, tranquilo y que la cosa sea leve. ¿Seguro que estás bien?

— ¡Te lo juro que sí, mi vida, gracias por preocuparte! Un poco, pues, eh, molesto por decirlo así pero...— Le hizo otra seña al chamo, que ni corto ni perezoso, y muerto de la risa, dijo, de la manera más neutra posible: —Mira chamo, ya llegó el fiscal.

—Mira amor te dejo que llegó el fiscal. Hasta rápido llegaron los tipos, aleluya. ¡Hablamos rápido, y coye, de verdad disculpa!

—Quédate tranquilo, mi lindo. Un beso grande. ¡Hablamos mañana! ¡Me avisas por fa!

Se terminó de despedir, y el chamo le dijo lo que Zeus le hubiera dicho: —Mariiicooo, eres el peor. ¿Esa era tu geva?

Héctor, con la gran sonrisa del gato que se comió al canario, le dijo: "No chico, nada que ver, una caraja con la que me iba a ver esta noche. Y bueno, me salió otra cosa... mejor pues."

— ¿La otra está más buena?—- El chamo resultaba ser más perspicaz de lo que se aparentaba. Total, era hombre también.

—Alguito. Digamos que lo que está mejor es la situación. Gracias por la segunda viejo. — Y le chocó la mano.

—No vale, tranquilo, pero igual... ¡qué bolas tienes tú!

Héctor sonrió. Quizá las tenía, pero como dicen, ojos que no ven, corazón que no siente. Lo que Erika no sabía no podía lastimarla. Y todas esas vainas. Total, esta noche Héctor consolidaría su posición de hombre, y confirmar que el que espera, vence. Le volvió a dar las gracias, se montó en su carro, y fue a cumplir con la tercera parte de su plan. Le escribió a Marjorie: Voy saliendo cariño. ¿Quieres que lleve algo?

El chamo lo vio alejarse, y pensó en el pana suyo que había sido ridículamente fiel a su novia por dos años hasta que un día la tipa decidió que ya no lo quería. Y ahora que estaba saliendo con otra, la ex lo estaba rondando. Y ahora veía a éste viejo que estaba buscando resolver con dos carajas a la vez. Mientras se montaba en su carro y volvía a su casa, pensó: Coño, ¿será que somos nosotros los que andamos buscando calidad que cantidad los que estamos pelando bolas?

ESTA HISTORIA CONTINUARÁ. NO ME ODIEN



2 comments:

La mae nairo said...

Entre por curiosidad haciendo ping desde el blogs de Jorge (tu pana), muy buena la historia que comentas, muy bien llevada y muy bien preparada, parece más bien una experiencia personal a una simple historia...
Me dejé llevar mientras leia y en mi mente proyectaba las imágenes y hasta atine a decir ummm "HOMBRES" y su naturaleza masculina.

Perdí la inspiración del comentario cuando me llegó un sms que decia: "Otra que le agarró arechera al pana jejeje".....

Así que solo me queda decirte que me quedaré enganchada aquí...

Saludos Cordiales desde guarolandia

La Mae Nairo.-

Dora Paredes said...

Epale Juanki finalmente entre en tu blog y estoy leyendo en orden....acabo de terminar La cita primera parte y creo que confudiste a Erika con Liliana...en la parte donde Hector le avisa que le chocaron el carro.

De pana, ¿esto es un anécdota? o un cuento

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La Jefa