Siempre que empezaba un curso nuevo, Malena últimamente tenía la misma sensación. Una mezcla de una puerta abriéndose a un mundo nuevo y el nerviosismo de que hay un tigre detrás de esa puerta. Y últimamente, las veces en que se equivocaba con el tigre se emparejaban con las veces que tenía razón. Hace tres años que daba clases en el mismo instituto, y empezaba a afectarla. La rutina de dar la misma clase al mismo ritmo la estaba desesperando.
Llegó al instituto cinco minutos antes de la hora, saludando con su acostumbrada ternura. Excepto por un muchacho que tenía allí un año antes que ella, el cual definía extrovertido, Malena era la favorita del personal del instituto, profesores y alumnos. Además que era atractiva —alta, morena, con un cuerpo que atestiguaba un riguroso régimen de ejercicio— era fácil para sonreír, y lo hacía mucho, dado su visión optimista de la vida y su sentido del humor que ella comparaba con el de cualquier hombre. Para tristeza de éstos últimos, tenía cinco años de casada, y por eso trataba de ignorar la forma en que compañeros de trabajo y alumnos mayores la miraban.
A esta hora quizá no tendría ese problema. Al principio de la tarde, lo normal es que le tocaran muchachos de bachillerato. Ese hecho la llenaba de sentimientos encontrados: era lo bastante alegre para mantener a los muchachos interesados, pero estaba conciente de que muchos de ellos estaban allí porque (a) sus padres sabiamente los ponían a estudiar inglés mientras tuvieran el disco duro fresco, (b) sus padres querían mejorar sus notas de inglés del colegio, o (c) sus padres no los querían en casa y se los botaban a los profesores que los toleraran como mejor ellos pudieran. Malena podía imaginárselos: Okay, ¿saben qué? Nosotros los hemos tolerado, todos los días, durante los últimos catorce años. Los vimos cagarse, vomitarse, y contestarnos de más. El hecho que estén con ustedes una hora y media, dos veces a la semana no los va a matar. Sí, a nosotros no, pensó Malena, pero no les puedo prometer que a ellos no...
Tomó la carpeta del grupo, la abrió y la leyó. Un nivel uno. Buena señal: los adaptaría a su estilo. Al mismo tiempo, probables vagos. Al menos eran pocos: cinco, tres varones y dos hembras. Una hembra y un varón eran hermanos. ¿Qué tal serían?
Entró al salón, que tenía una mesa redonda y ocho sillas, y cosa curiosa estaban todos ya allí. Estaba una linda muchacha de unos quince años y un muchacho de veinte que era demasiado parecido a ella como para no ser su hermano. Al lado de éste había una muchacha, de unos diecinueve, muy linda, que estaba demasiado cerca de él como para no ser su novia, y tendría dieciocho o diecinueve. Cerrando el alegre grupo, un muchacho —más bien un niño— de doce años ataviado con el uniforme completo de los Leones de Caracas (Malena, siendo fan de los Navegantes del Magallanes, eternos rivales, se sonrió) y otro, un poco mayor, con la cabeza rapada, cual neo-nazi y con una carita de maluco para rematar. Todos callaron cuando ella entró. Novia tenía una cara de nerviosismo que cualquiera diría que acababa de entrar Hitler en persona. El caraquista se notaba que quería estar en todos lados excepto aquí. Los dos hermanos fueron los únicos que sonrieron en saludo. El skinhead estaba a dos parpadeos de quedarse dormido.
—Good afternoon!—, dijo Malena de la forma más alegre que pudo. Los hermanitos cruzaron una mirada, la novia se acercó más a su pareja, sin mirar a Malena, y los otros dos estaban muy interesados en la decimoquinta raya de sus cuadernos abiertos. Hmmm, ya se empieza a ver la clase de público.
—Uy, como que me equivoqué de salón, este es el de los zombies...—, dijo, y con satisfacción vio que el caraquista se rió discretamente. Igual Novia y los hermanos. Skinhead se limitó a sonreír. — ¿Será que salgo y resucitan? A ver...
Tomó su maletín y salió. Al llegar a la puerta, con la misma se devolvió y entró de nuevo. Con la misma alegría de antes dijo "Good afternoon!", y esta vez todos —hasta el skinhead— le respondieron casi al unísono.
— ¡Ah, tú ves así sí! Bueno, bienvenidos... Mi nombre es María Elena Altúnez. El que me diga señora Altúnez será lo último que diga. O me dicen Malena, o me dicen teacher. Yo no califico para "señora" sino hasta después de los cuarenta y cinco, y para eso no les importa cuánto falta. Cualquier otra cosa que no sea Malena o teacher, agradezco no me la digan en mi cara.
Daba ese pequeño discurso siempre. Justo allí sabía quién la aceptaría y con quién pelearía. Novia comenzaba a relajarse, al igual que el leoncito. Skinhead aunque sea la miraba cuando hablaba. Tal vez iba a ser un buen grupo después de todo. Tal vez...
Después de su discurso, preguntó a quién le gustaba el inglés y a quién no. No le sorprendió que a Skinhead no le gustara. A Novia tampoco. Al leoncito sí, y a la hermana también, pero fue rápida para aclarar. "¡Y soy malísima! ¡Doy pena!"
—Bueno, ahora vamos a averiguarlo—, dijo Malena. Se volteó al skinhead. —Hello. What is your name?— Era su método para romper el hielo: mientras se equivocaban, ella sabía cuánto iba a trabajar. Novia dio un respingo. Bastante trabajo con ésta, pensó. Tuvo que morderse el labio para no reírse.
—¿¿¿Qué qué???—, replicó el peladito.
Malena sonrió, y repitió la pregunta, más despacio. — ¡Ah!—, dijo el peladito. —Mai neim is Alejandro.
Bastante bien. Malena le contestó. "Thank you, Alejandro. And now, what is your name?", le preguntó al leoncito.
—Eh... My-my name is... Asdrúbal.
Caray, eso es muy fácil, pero son mejores de lo que pensaba, pensó Malena. Su inicial predisposición casi desapareció. Sólo después recordó que es en lo que uno afloja, cuando más rápido... entra.
—Thank you, Asdrúbal! Very good! I am impressed! Ok, let's see... What's your name, my friend?
Silencio.
Malena contó hasta cinco, y carraspeó.
Novia levanta la mirada. Es un conejo que ve al águila pasarle por encima. Malena no dejó de sonreír, pero su sensación de complacencia se fue a dormir. Cuando Novia preguntó, "¿Es conmigo?", la sensación empacó y se mudó a un hotel. No puede seeer.... La cara del novio era todo un poema —Sí, es medio brutita, pero es MI brutita—, pero un aplauso por no decirle nada directamente. Hay esperanza para el sexo débil.
—Yes, dear. What is your name?
—Ay no, disculpe, sabe, pero yo no sé nada de inglés— fue la respuesta, con una risita nerviosa.
Malena seguía sonriendo, pero esta vez parpadeó incrédula. ¿Será que oyó bien? En tres años creía haberlo oído todo: excusas para no hacer tareas, vivezas para no quedar mal parados, respuestas insólitas en los exámenes. Pero ésta era la primera vez que se veía ante un caso de nerviosus brutis: los nervios son tales que afectan el coeficiente intelectual. ¿Que no escuchó lo que los otros dos contestaron? La cara del novio y la cuñada demostraban que compartían la idea. En particular, la mirada de paciente exasperación del novio era conmovedora. Malena tenía ganas de reírse a carcajadas. Pero ante todo, profesionalismo. Intentemos de nuevo.
—A ver, si es muy fácil, escucha: What is your name?
Novia se detuvo a analizar lo que había oído. Miró a su pechugo, que se limitó a animarla con los ojos. Me miró de nuevo, con una sonrisa nerviosa. Pensó otro poco más, y sacudió la cabeza.
—De verdad, lo siento, no entiendo. ¡No sé nada de inglés!
Malena ya empezaba a sudar. En ningún colegio del mundo hispano puede pasar una clase de inglés sin que enseñen a contestar "what is your name". Dios, ¡si los dos pichones de al lado de ella la contestaron sin problemas! Y estaba eso, había habido no una, sino DOS respuestas iguales antes que ella. ¡Y que no me diga que nunca vio clases de inglés, que con la pinta que trae no estaba en Misión Robinson! El novio empezaba a frotarse los ojos, como tratando de meter la paciencia por allí. Novia lo ve, y hace una pregunta que Malena detestaba: "¿QUE-eee?"
Decidió darle la vuelta al asunto. —A ver, presta atención.
—Pero teacher...—- empezó la niña genio.
— ¡E-EH! ¡Aguántate, amiga! Listen! — y se señaló la oreja, para que entendiera la palabra. Se dirigió a Alejandro, que había salido de su letargo y estaba dispuesto a gozar a costillas de alguien. —What is your NEEEEIM?—, le preguntó, afincando la última palabra.
Alejandro, que se notaba una ñoñita digna de su comparación con un skinhead, volteó hacia la novia y contestó: —My NEEEEIM is A-le-JAN-dro.
Malena luego se dirigió a Asdrúbal. —And what is YOUR name?— El niño la miró y le dijo simplemente: — Is Asdrúbal.
Y miró a la novia. —¿Ves? Espera un poco. — Volteó a la hermana, quien estaba haciendo un magnífico trabajo de no disimular su risa. —And what is YOUR name, dear?
Con casi perfecta fluidez, la hermana contestó: —My name is Anibel, teacher. — Impresionante, pero Malena no podía detenerse ahora. Tenía un alma que salvar. Volteó al novio. —And what is your name, handsome?
El novio empezó a contestar mirando a Malena. —My NAME— dijo tambien de modo casi sin fallas, afincándolo, y se volteó hacia la novia— is Jonathan. —Hasta se tocó el pecho con la mano abierta, lo que hizo a Malena pensar: Mi Tarzán, tú Jane. La imagen era tan divertida que los esfuerzos por no reírse estaban cerca de fallar. Esto no podía seguir por más tiempo.
— ¿Viste? — La cara de la novia indicaba que vio algo, quizá un elefante o un pony, pero el punto de todo el ejercicio, parecía que no. — Now tell me — y se agachó delante de la novia, y pronunció todo muy despacio—: What... is... your… NAME?
Novia mira a Malena. Miró al novio. Novio le anima. Novia ve a la cuñada. Cuñada sólo ve. Novia ve a los niños. Los niños están que lloran de la risa. Novia mira a Malena. Malena espera. Novia mira hacia arriba. Malena va a llorar ella misma. Novia de repente la mira otra vez. Malena en serio contiene la respiración. No puede creer que haya llegado a este punto. Novia de repente sonríe.
— ¡Aaaaaaah okeeeey!
¡Sí! ¡Lo logré!, pensó Malena.
—¡¡¡¡Mai neim is JONATHAN!!!!
¡AAAAAAAAAAAAH!
El novio no pudo más. "¡Por amor a CRISTO!", exclamó. La cuñada se ríe de una forma demasiado sabrosa. Los niños están que se caen al piso de la risa. Y la novia no puede decir otra cosa que su "¿QUE-eee?" Malena está volteada a la pared, mordiéndose los cachetes con fuerza, porque no puede soltar la carcajada atómica que se le está cocinando. Además que no la puede humillar así como así. La va a hacer llorar si hace eso. Profesionalismo por delante, ante todo.
Pero Jonathan sí puede. "Mi vida, TU NOMBRE. Quiere que le digas TU NOMBRE. No el mío, no el de Alejandro, no el de Asdrúbal, sino el tuyo. EL TU-YO."
—Aaaaah, perdón. María Karina, teacher.
Malena la ve con una mezcla de lástima y diversión. Pobrecita, debe ser que nunca ha querido aprender inglés. O es particularmente bruta. De todas maneras, Malena se sintió un poquito mal por haberla querido poner así al descubierto. Alejandro y Asdrúbal se la comerían viva si estuviera sola. Recuerda, Male; sólo hay tanto malo como tú te dediques a dejarlos ser malos.
—Thank you, María Karina. Thank you very much. It's very nice to meet you, es un placer conocerlos a todos. Now, can I begin?
Y María Karina levantó la mano. Malena, a pesar suyo, se sintió intrigada. No era la primera vez que alguien le preguntaba algo antes de empezar una clase, pero sí era muy raro. ¿Será que está más interesada de lo que parece? Como que no iba a ser un día más después de todo.
—Yes, María Karina? ¿Tienes una pregunta?
—Sí, eeem... ¿Qué fue todo eso que dijo después de mi nombre?
O quizá sí.